Han pasado diez años desde «Velocidad de los jardines», aunque se que Eloy Tizón ha estado inmerso en muchos proyectos, pero la espera ha merecido la pena, porque sin duda, cuando en España hablamos de cuentos, él es un referente. En esta ocasión vuelve con “Plegaria para pirómanos”, un conjunto de cuentos que se pueden leer juntos o separados, en los que aparece una especie de «alter ego» llamado Erizo, que con mayor o menor protagonismo, pasa por diferentes avatares, rozando lo absurdo y parece deambular por la vida un poco confuso, quizá en busca de un “yo” escurridizo y cambiante. ¿Somos siempre los mismos? ¿O tal vez somos muchas personas? He aquí uno de los temas fundamentales de su obra que me apasiona.
El pasado veinte de marzo, tuve la enorme suerte de charlar con Eloy sobre éstas y otras cosas, en su visita a Oviedo a nuestro «Club de las Letras Salvajes», y junto a Lucia Sobral, la coordinadora del club, recordamos aquella época en la que Truman Capote publicaba un relato en algún periódico o revista y se convertía en un acontecimiento. El cuento en España no ha tenido tanta relevancia como en Estados Unidos o Latinoamérica, y hasta casi se podría decir que es un género minoritario o «exquisito». Precisamente Eloy abre «Plegaria para pirómanos» con: «Grafía», un relato que dedica a Juan Casamayor, cofundador de la Páginas de Espuma, la editorial independiente por excelencia del cuento y que a su vez es un homenaje a la literatura: “Un raro cachivache precioso, pero de complicada ubicación en mi casa y en mi vida”. Tal vez estén cambiando las cosas a la hora de contar historias. Algo que Eloy hace utilizando una gran variedad de recursos literarios: enumeraciones, repeticiones, metáforas, elipsis o diferentes voces narrativas, pero también la ironía, para relajar situaciones crudas o dramáticas, incluyendo cosas inesperadas que nos arrancan una sonrisa, como por ejemplo cuando dice: “Nunca he mordido a un Elfo”. Sí, el humor juega un papel importante en la obra y en la vida de Eloy Tizón, algo que es de agradecer. Eso nos reconcilia con situaciones que en otro caso, podrían resultar terribles o grotescas. Todas las personas que somos un poco tímidas nos vimos reflejadas en unos cuantos pasajes y tuvimos el honor de escucharle leer alguno.
Pero el humor, no le hace perder un ápice de profundidad. Según avanzamos en «Plegaria para pirómanos» nos adentramos en lo mas oscuro de la mente y el alma, pasamos al surrealismo, a lo onírico, a la confusión, a una mayor complejidad en la forma y en el fondo. Uno de esos cuentos es «Anisopteros», en el que una vez mas se habla del arte de escribir: “¿Escribir, dices? No, gracias. Yo no quiero escribir. Lo intenté una vez. Buf, qué pesadilla. Fue como perseguir patos. Una jaula de patos que se abre, se escapan todos y tú tienes que atraparlos”
Eloy atrapa todos esos patos y consigue retenerlos como el flautista de Hamelin, con un ritmo poético, al compas de música, cine, literatura y lugares hermosos, que nos envuelven para quedarnos definitivamente con él. A fin de cuentas, todos estamos un poco perdidos. Todos buscamos ese lugar en el que sentirnos seguros.
Aunque hay muchas partes que me gustaron y arrancaron una sonrisa, si tuviese que quedarme con un párrafo sería éste, de «Casi Monstros»:
“Una noche en que le preparé la cena a mi hija de tres años, al servirle las patatas advertí:
–Cuidado, no te quemes.
La niña se quedó mirando el plato de patatas y observó:
–El humo las ha puesto calientes.
Me pareció una inversión tan genial que no podía decirse mejor. Así quisiera yo mirar el mundo.”
A mi también me gustaria mirar el mundo así. Vuelve pronto Eloy.
Os dejo el enlace del primer episodio de «La Quiosquera» realizado por la Recámara Estudio, en el que podréis disfrutar de la entrevista realizada a Eloy Tizón, conocer nuestro Club y otras muchas cosas interesantes que se hacen en Asturias, entre ellas: Jazz.