Y entonces llegaron ellas

¡Buenas viajeros! Hoy estoy muy contenta. Y es que los premios Emmy para 2017 han tenido a bien reconocer el gran trabajo de dos de mis series favoritas: The Handmaid’s Tale y de Big Little lies.

Me alegra que ambas compitiesen en apartados distintos: la primera en series y la segunda, en miniseries. En el caso de The Handmaid’s Tale (“El cuento de la criada”) estaba cantado, al menos para mi y supongo que para los que habéis seguido la serie también. Reúne una temática original y arriesgada, basada en la novela de Margaret Atwood, que también es productora de la serie, engrandecida por actuaciones tan soberbias como la de su protagonista y coproductora Elisabeth Moss, el tremendo y enigmático Joseph Fiennes y la atractiva Yvonne Strahovski. A ello se une la perfecta caracterización de sus personajes, fotografía y estética, junto con una banda sonora rompedora, muy acertada, que nos recuerda que lo que estamos viviendo está sucediendo en una época actual, no en el siglo pasado. Recuerdo que cuando vi el cartel publicitario me hice la remolona. Pensé que era una serie de la Edad Media o de una secta de extrañas monjas. Pero cuando un día me decidí a verla, descrubrí que nada más lejos de mis sospechas. Y desde entonces, no pude dejar de esperar con ansias al siguiente capítulo. Queda por saber si la segunda temporada estará a la altura de la primera. Nunca se sabe, pero por lo pronto, ya se está rodando y somos muchos los que esperamos a que esté en la pequeña pantalla.

Big Little lies me lo puso mucho más fácil. Y es que sencillamente ver a Nicole Kidman y a Reese Witherspoon compartiendo protagonismo, junto con una tímida Shailene Woodley, consiguió llamar toda mi atención. Nicole suele tener muy buen gusto a la hora de escoger papeles y me gusta cómo actúa cuando encarna un personaje dramático. En el caso de Reese ocurre algo parecido, aunque no llega a gustarme tanto como Nicole, es de esas actrices que con el paso de los años ha sabido evolucionar y crecer con paso firme y decidido.

El guión ya apuntaba maneras, basado en una novela australiana de Liane Moriarty, con el mismo título, ambientada en Monterrey, aunque no todo rodado en esa zona, puesto que las maravillosas casas en las que viven algunas de sus protagonistas están situadas en Malibú, lo que contribuyó a que la estética fuese muy atractiva. Pero sobre todo, sus personajes, cargados de un fuerte dramatismo y misterio, todos ellos posibles sospechosos y víctimas de un asesinato que es una gran incógnita, enganchan desde el principio. A las tres protagonistas se unen además otras grandes como la inmensa Laura Dern y Zoë Kravitz, que además se lanza a cantarnos un tema.

Los personajes masculinos no deben pasar desapercibidos y aunque la serie es femenina por naturaleza, ellos lo bordan. Desde el sueco Alexander Skarsgård, mas conocido por su papel de vampiro en “True Blood”, pasando por James Tupper y el siempre presente: Adam Scott.

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La guinda del pastel la pone la música. Casi cobrando un papel protagonista. Redonda, diría yo. Con temas tan grandes como “Harvest moon” de Neil Young o “Pocketful of Rainbows” de Elvis Presley, que se suman entre otros muchos, a la melodía de cabecera: “Cold little heart” del cantante de soul Michael Kiwanuka. El formato miniserie es un soplo de aire fresco que se agradece dentro del panorama tradicional, pero ojo, porque hay quien dice que habrá segunda temporada… Nos tendremos que quedar con la duda. Por ahora, a saborear las mieles del éxito.

Patricia Bernardo Delgado.

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