Conocí a Belén Suárez Prieto hace casi siete años, en el homenaje a Thelonious Monk que organizó dentro de la Noche Blanca de Oviedo. Era el centenario de su muerte y, entre lecturas de Cortázar e imágenes de la vida de Monk, Jacobo de Miguel (piano), Horacio García (contrabajo) y Ethan Winogrand (batería) tocaron varios de sus temas.
Me pregunté entonces quién era aquella mujer que, además de organizar algo tan especial, adoraba a Leonard Cohen y había decidido recorrer su geografía. Poco después, comencé a acudir a los conciertos que organizaba en salas de Oviedo, algunas desgraciadamente desaparecidas. Ya entonces descubrí en ella a una persona que, pese a su aparente timidez, tenía las cosas muy claras, abanderando un mensaje contundente, bajo su inseparable sombrero a lo Janis Joplin. Ella me ofreció algo muy importante: entrar en ese lado intangible del que Julio Cortázar nos habla en Rayuela y que ha dado nombre a su propia marca, «El tiempo delicuescente». Una marca cargada de autenticidad e implicación. Pero, sobre todo, creadora de una atmósfera colectiva, cuya banda sonora es el jazz, el blues, el rock, la literatura y el cine. Con el tiempo, yo también he conseguido traspasar la línea de la timidez y tener conversaciones como ésta con ella, además de participar en alguna de sus iniciativas. Todo un honor.
Nos encontramos una tarde plomiza de verano en el Manglar. Uno de los lugares singulares de Oviedo al que suele acudir. España se juega pasar a la semifinal de la Eurocopa con Alemania y la terraza está vacía. Comentamos emocionadas el concierto de Eliane Elías Quartet organizado dentro del ciclo de Vetusta Jazz, en el Teatro Campoamor. De fondo, se respira el silencio contenido por el partido.
Si hay algo que define a Belén, es precisamente su amor por Oviedo. Una ciudad en la que nació en 1968 y de la que ella dice que no ha salido nunca. Una ciudad a la que quiere devolver todo lo bueno que le da. Licenciada en Filología Hispánica, correctora de textos de profesión, primero trabajó en el diario La Nueva España y desde hace treinta años lo hace en el Parlamento asturiano, con alguna incursión en la política. Me cuenta que cuando se emancipó de casa de sus padres, en el centro, decidió irse a vivir al Oviedo Antiguo, donde ejerce de vecina implicada en su barrio, desde su hogar en el Postigo. Ve con preocupación la gentrificación, el turismo indiscriminado y el riesgo de que se convierta en un parque temático, lleno de vivienda turística. Se siente muy comprometida con Oviedo, lo dice sin espíritu chovinista, porque habría estado igual en cualquier otra ciudad que la tratase así de bien.
HTR: Belén, cuéntanos cómo surge la idea de «El tiempo delicuescente».
BSP: Desde hace siete años, de vez en cuando organizo conciertos con mi marca, «El tiempo delicuescente». Esa expresión la saqué de Rayuela, la grandísima novela de Julio Cortázar, que es, además, mi escritor favorito. Me gusta mucho lo que representa y el adjetivo «delicuescente», tan sonoro. La experiencia de asistir a conciertos, más mi relación con el jazz, que viene a través de Cortázar, no solo de Rayuela, sino también de «El perseguidor» y otras narraciones, hizo que se me ocurriese la idea de organizar ciertos conciertos que a mí me gustaría ver.
HTR: ¿Recuerdas tu primer concierto?
BSP: El primer concierto que realicé fue en homenaje al trompetista y cantante de jazz Chet Baker. Partió de un pequeño relato que escribí, titulado «Conozco a Chet Baker». Me lo inspiró un chico toxicómano que veía muchas veces, sentado a las puertas de la Cocina Económica de Oviedo, esperando para comer. Me recordó a Chet Baker, que también era toxicómano y en sus años finales tenía un aspecto que identifica bastante bien a las personas adictas a la heroína: sin dientes, la cara muy demacrada, mucha delgadez… Recuerdo que era una noche calurosa de julio, hace ocho años, y pensé: ¿por qué no hacer un concierto en homenaje a Chet Baker? Así surge, de modo casual e incluso inconsciente.
HTR: ¿Dónde fue ese primer concierto y con qué músicos?
BSP: Fue en La Salvaje, el veintitrés de junio de dos mil diecisiete, con un quinteto de jazz. En nuestro concierto Chet se desdobla. Por una parte, está el trompetista y, por otra, el cantante. Participaron músicos asturianos: Chet Baker trompetista, fue Aitor Herrero, de Avilés; Chet Baker cantante, Jorge Viejo, que también toca el saxo; el pianista fue el maestro Jacobo de Miguel; el contrabajista, Javi San Marcos, y el batería, Manu Molina. Se repiten siempre los mismos músicos, con alguna pequeña variación por razones de trabajo o bajas. En alguna ocasión, por ejemplo, Jorge no pudo estar y pasó a la voz Jacobo de Miguel o, en otra ocasión, Manu Molina, que es también el batería de Nacho Vegas, fue sustituido por la batería Eva Díaz Toca. Pero la banda principal es ese quinteto.
Homenaje a Chet Baker. Jorge Viejo, Aitor Herrero y Javi San Marcos. Foto: Amanda Corujo.
HTR: Seguramente muchas personas se preguntarán qué es «El tiempo delicuescente» y por qué escogiste ese título.
BSP: Los protagonistas de Rayuela, en la primera parte principalmente, son Horacio y la Maga. Ellos son dos personas latinoamericanas expatriadas que viven en París, se conocen casualmente y empiezan una relación sentimental, a la vez que participan con otras personas expatriadas en sesiones de jazz, bajo el nombre del Club de la Serpiente. Horacio y la Maga eran una pareja con poco oficio y beneficio, que pasaba mucho tiempo paseando por la ciudad. Una de las cosas que hacían era visitar a orillas del Sena las tiendas de peces. Miraban a través de las enormes peceras y preguntaban a las tenderas el precio y se escandalizaban porque los peces eran carísimos. Contando una escena así, Horacio, el narrador, dice: «Era el tiempo delicuescente, algo como chocolate muy fino o pasta de naranja martiniquesa, en que nos emborrachábamos de metáforas y analogías, buscando siempre entrar». Yo, de aquella, no sabía lo que significaba «delicuescente», pero con esa imagen entendí lo que quería decir. Y lo de buscar siempre entrar, que es algo que se repite en los personajes de Julio Cortázar, como en «El perseguidor», que es Charlie Parker, es el salto metafísico. Buscas entrar, buscas entrar… Pero nunca alcanzas. «Delicuescente», a pesar de que puede tener connotaciones negativas (es algo decadente, que se derrite…), me parece que define muy bien un tiempo, un universo, una atmósfera, en que se trata siempre de perseguir entrar a través de la música y la literatura.
HTR: También has creado una web que ahora lleva tu nombre, Belén Suárez Prieto, en la que podemos ver todo lo que haces.
BSP: Sí. Ahora mismo esa web es el lugar en el que vuelco todo lo que hago, lo que escribo, los conciertos que organizo… Pero también las iniciativas sociales, vecinales, mis incursiones en política, incluso mis viajes. Es como un archivo virtual.
En las últimas fiestas de la Asociación Vecinal Oviedo Redondo. Con los músicos que tocaron The Elderly Brothers Álvaro Bárcena, Gus Pérez y Javi Méndez. Foto: Alisa Guerrero.
HTR: Todo lo que haces es muy variado y auténtico. Mezclas muy adecuadamente la música con cine o literatura. Por ejemplo: el homenaje a Thelonius Monk en el Colegio de Abogados, con lecturas de Cortázar, el concierto de Johnny Cash en la plaza del Paraguas, con la proyección de su biopic, el homenaje a Rayuela, con lecturas y jazz… Cuéntanos esa fusión y cuáles son tus preferencias.
BSP: Como en el caso de Thelonius Monk, participé en varias ediciones de la Noche Blanca de Oviedo, con un formato que me gusta mucho hacer y que es una conferencia, con músicos que intercalan temas de los que se habla. Y también, hicimos algo con Charlie Parker y Julio Cortázar, porque yo empecé a entender el jazz y quererlo gracias a él. Antes, me parecía una música incomprensible, destinada a otros oídos, pero por la lectura de los relatos y novelas de Julio Cortázar empecé a acompañarme de la música que él describía. De esta forma, poco a poco, empecé a entender el jazz y a darme cuenta de que también era una música para mí. Respecto al cine y la música, yo soy de la Asociación Vecinal Oviedo Redondo y, en colaboración con ella, proyectamos el biopic de Johnny Cash, en la plaza del Paraguas, porque Johnny es otro de mis favoritos. Como introducción tocaron Sil Fernández y Álvaro Bárcena canciones de Johnny, de Elvis… Del rock and roll de aquella época. Me gusta fusionar disciplinas artísticas porque me parece muy difícil disociar las expresiones de la actividad cultural humana, cuando en realidad son modos de expresión magníficos y necesarios, que no tienen por qué recorrer caminos paralelos. Pero he de reconocer que, si me obligasen a escoger, ahora mismo, la disciplina que prefiero sería la música. Antes era la literatura. Pero ahora es la música.
HTR: ¿Cuáles son tus estilos musicales favoritos?
BSP: Sobre todo y cada vez más, me gusta la música popular que está cercana a la raíz. Me gusta muchísimo el blues muy antiguo, básico y austero. Me gusta mucho el jazz. También la canción de autor, el folclore y desde hace una temporada me estoy interpelando para acercarme a la música de raíz que se hace en Asturias, donde tenemos un folclore muy variado, pese a ser una tierra tan pequeña. Pero la experiencia de la música popular cercana a la raíz es la que más me interesa y, por supuesto, Leonard Cohen, que es mi Dios absoluto.
Sil Fernández en el Homenaje a Nina Simone. Foto: 312 films.
HTR: En «El tiempo delicuescente» hay varios ciclos que se repiten, además de los conciertos independientes. ¿Cuáles son los clásicos, aparte de «Conozco a Chet Baker»? Explícanos un poco cuál es la dinámica de «El tiempo delicuescente».
BSP: Hay producciones propias, creadas e imaginadas bajo el paraguas de «El tiempo delicuescente», por ejemplo, el homenaje a Janis Joplin, con motivo de los cincuenta años del disco Cheap Thrills, en donde está la interpretación de Janis de «Piece of My Heart». En realidad, nació de una noche en la que vi a Sil Fernández cantar esa canción en un garito de la calle Oscura de Oviedo y me deslumbró. Ese concierto lo llevamos haciendo desde hace seis años porque los cincuenta años se celebraron en dos mil dieciocho. Y todo eso lo ofrece La Salvaje. También una proximidad con los músicos, crear esa atmósfera de club donde todo el mundo disfrute, escuche un buen concierto…
Foto: Iris Benítez.
Otro concierto que se repite es el homenaje a Nina Simone, también con Sil Fernández; con dos coristas, Puri Penín y Gema Fernández; al piano, Jacobo de Miguel; al bajo, Antón Ceballos, y a la batería, Ethan Winogrand.
Homenaje a Nina Simone: Jacobo de Miguel, Antón Ceballos, Sil Fernández, Gema Fernández, Puri Penín y Ethan Winogrand. Foto: 312 films.
Pero lo que son las sesiones delicuescentes estrictamente son los conciertos que desde octubre del año pasado organizo por trimestres en El Refugio de La Salvaje, que son uno o dos conciertos, como mucho, al mes, que no necesariamente son producciones propias, sino que me pongo en contacto con músicos que me interesan para que toquen en el ciclo. Son conciertos en formato reducido y acústico. Pretendo crear un universo en donde podamos aislarnos de los problemas, si es que hay, porque la vida adulta es una sucesión de conflictos que vamos tratando de resolver o apartar. Busco crear una atmósfera y un lugar donde escuchar buena música, de modo tranquilo, con buenos músicos, buen sonido…
Homenaje a Nina Simone: Gema Fernández y Puri Penín. Foto: 312 films.
A mí de la música en directo lo que me interesa, al igual que de otras actividades que son participativas, es lo que me gusta denominar «participación en lo común». Todos escuchamos música en casa, en el coche, en la calle y es una maravilla hacerlo en soledad, pero poder escucharla en directo y compartirlo con otra gente con la que conectas es algo sublime.
HTR: Estas últimas sesiones delicuescentes han sido muy variadas y potentes, porque han intervenido músicos no solo asturianos, sino de fuera, como, por ejemplo, Jimmy Barnatán. Haznos un repaso.
BSP: Cuando pensé en las sesiones delicuescentes, mi idea era que fueran sesiones de jazz. De hecho, en la primera, que conoces perfectamente, empezamos con un trío de jazz, el de Lara Hoevenaar, cantante neerlandesa que vive en Oviedo, excepcional, elegante y una grandísima cantante, con Jorge Viejo al saxo y Marco Martínez a la guitarra. Musicazos. Pero luego empecé a pensar en otros conciertos que me apetecía hacer y se salían del jazz. Así que me dije: ¿por qué no? En un principio tenía pensado contar con la excelente escena musical asturiana, pero luego me fui animando y decidí contactar con músicos de fuera de la región. Otro de los ciclos que organizo es el Festival de Blues Chilly in Your Kitchen, que es el verso de un blues de Leonard Cohen. En la última edición, que fue en febrero, vino Jimmy Barnatán, con su guitarrista, Sergio González. Jimmy es un gran cantante de blues, simpático, inteligente y amable.
Con Jimmy Barnatán. Foto: Amanda Corujo.
Es un gusto estar con él. Vi que tenía un formato en que toca el piano y recita poemas de la generación beat y me pareció ideal para las sesiones. A partir de ahí, participaron otros dos músicos de fuera de Asturias. Uno de ellos fue Joel Rafael, de Estados Unidos, que en su gira española estuvo acompañado por un fijo en las sesiones y queridísimo amigo, Álvaro Bárcena, con su pedal steel. Y las sesiones las cerramos hace unas semanas con otro gran músico de blues, Félix Slim, que es de Ceuta, pero lleva años viviendo en Nueva York. Lo conocí a través de Jimmy. Estaba de gira por España y fue un concierto magnífico. Fueron trece conciertos en total, de octubre a finales de junio, y ya estamos preparando los siguientes.
Con Félix Slim.
Empezaremos el dos de octubre, con un cantautor leonés que me gusta muchísimo, Fabián D. Cuesta. A quien no lo conozca, recomiendo que venga a verlo porque hace unas canciones preciosas.
HTR: Hiciste también un homenaje a Jesucristo Superstar, que fue una maravilla y se llenó El Refugio de La Salvaje.
BSP: Ese fue el concierto al que más gente vino. Un cuarto de hora antes se habían agotado las entradas. El homenaje no fue idea mía, sino de Puri Penín, Jacobo de Miguel y Álvaro Bárcena. Lo hicieron por primera vez hace cinco años, también en El Refugio de La Salvaje, yo fui a verlos, pero en aquel entonces solo hicieron dos conciertos: ese de Oviedo y otro en Gijón. Así que pensé: ¿y si hacemos una sesión delicuescente en el Miércoles Santo, que es la noche en que Judas traiciona a Jesucristo? Precisamente el hilo conductor de Jesucristo Superstar es la relación entre Judas y Jesucristo, así que me pareció que no podía haber mejor noche para hacerlo. Todos los músicos pudieron y la verdad es que lo bordaron. La banda sonora de Jesucristo Superstar forma parte de nuestra educación sentimental.
HTR: Siempre te recuerdo recorriendo la vida musical, literaria, sentimental y geográfica de Leonard Cohen. Le has homenajeado de todas las formas posibles. Háblame de él.
BSP: Leonard Cohen es mi músico favorito desde hace muchísimos años. Yo soy la mayor de tres hermanos, pero, sin embargo, mi hermana hizo las veces de hermana mayor y fue ella la que trajo a casa el disco Songs of Leonard Cohen, cuando teníamos diecisiete o dieciocho años. A mí ese disco me enganchó muchísimo y a partir de ahí tiré del hilo y conocí el resto de la discografía de Leonard Cohen. Tuve la suerte de poder verlo varias veces en concierto en esa larga gira que hizo en los últimos años de su vida, después de su retiro en un monasterio zen en California y de que su representante le hiciese un desfalco. Cuando le concedieron el Premio Príncipe de Asturias, Iván Martínez, que es un fotógrafo que trabaja para la Fundación Princesa y buen amigo, me regaló una foto de Leonard Cohen en el Teatro Jovellanos de Gijón, la enmarqué y la tengo puesta en la sala de mi casa, apoyada en una librería con libros. Miro hacia el retrato y casi cada noche hablo con Leonard. Yo le pregunto y él me responde en forma de canciones. Para mí es una compañía imprescindible, así que cuando se murió vi una foto de su tumba, en el cementerio judío de Montreal, y entonces decidí que ese verano iría a visitarla. Estuve en Montreal, delante de la casa en la que vivió con su padre y su madre, en un barrio de la minoría anglófona de la ciudad. Estuve delante de la casa que compró en su etapa adulta, aunque él, como la mayoría de las estrellas consolidadas, vivió en los últimos años en Malibú (California). Pero mantenía una casa relativamente modesta en un barrio popular de Montreal. También estuve en Nueva York. Y el año pasado por fin fui a Hydra, la isla griega donde vivió durante muchos años y mantuvo casa. Lugar fundamental en la que nacieron sus canciones y vivió la historia de amor con Marianne Ihlen.
HTR: Oviedo es una ciudad muy pequeña, pero, sin embargo, cada vez tiene más actividad cultural. Sueles escoger lugares y entornos muy concretos. ¿Por qué esos lugares y no otros?
BSP: Por una parte, Oviedo es una ciudad, como dices, muy pequeña, pero tiene una actividad cultural muy importante, promovida por las Administraciones y por la iniciativa privada. Sin embargo, hay algo que me parece preocupante: la escasez de salas de conciertos. La Salvaje es un lugar único. Hay distintos sitios en los que se puede programar, como el Gong, que es una sala estrictamente de conciertos, incluso discotecas, como la antigua Sir Lauren’s o Tribeca, pero de salas para hacer conciertos de pequeño y mediano formato está La Salvaje y poco más. No quiero pensar que ese tipo de salas esté en peligro de extinción, pero creo que las tenemos que mimar mucho, porque, si un día desaparecen, a lo mejor no tienen recambio y, si no tienen recambio, a ver qué hacemos.
HTR: También hay nuevos espacios que están cogiendo fuerza. No sé si te acuerdas de un domingo de verano hará dos años, en el Kuivi, en una sesión vermú Hoot’n’Holler, que organizaste, con Puri Penín y Michael Lee Wolfe. Estábamos todos sentados en el césped en un entorno único, escuchando. Y ahora también asistimos a una constante reubicación para hacer todas estas iniciativas, como sucede con la Fábrica de Armas.
BSP: Efectivamente. Oviedo tiene espacios que podrían aprovecharse para hacer estas cosas, pero a ver en qué paran. Tenemos los terrenos de la Fábrica de Armas, en La Vega, los del antiguo hospital, la Fábrica de Gas, en pleno Oviedo Antiguo… El Kuivi la verdad es que es una iniciativa privada valiosísima. Ahora parece que va a haber un Kuivi permanente en una nave industrial de Ciudad Naranco. Pero tienes razón, parece que tenemos que estar constantemente resituándonos y, desde luego, hay que defender espacios públicos y privados. Eso se defiende participando, asistiendo. No vale no hacer nada, que las cosas desaparezcan y luego protestar. La defensa tiene que ser activa.
HTR: Y enlazando con esto, háblanos de tu relación con Oviedo. Se nota que quieres mucho a tu ciudad, lo manifiestas en las iniciativas que realizas de manera desinteresada.
BSP: Es lo que hablamos al principio. Nunca salí de aquí y considero que a mí la ciudad siempre me trató muy bien. Así que es una forma de devolverle todo lo que me dio y lo que me da cada día. Creo que hay que comprometerse con lo que uno quiere y con lo que se tiene al lado, que al final no es más que compromiso y caminar con el vecindario. Las ciudades, los conciertos, la literatura los hacen personas.
HTR: Cerramos con un homenaje a todos los músicos, sobre todo, los asturianos, que están muy presentes, muy comprometidos también contigo y las sesiones delicuescentes.
BSP: Tenemos una escena musical asturiana muy potente, muy variada, con profesionales de gran talento, gente muy seria y responsables como: Sil Fernández, Álvaro Bárcena, Wilón de Calle, Sergio Tutu, Sam Rodríguez, Jorge Viejo, Gema Fernández, Puri Penín, Jacobo de Miguel, Antón Ceballos, Ethan Winogrand, Manu Molina, Aitor Herrero, Javi San Marcos, Marco Martínez, Michael Lee Wolfe, Lara Hoevenaar, Gustavo Pérez, Ivo Pérez, Pablo Moro… Solo por citar unos pocos de quienes colaboran conmigo, con compromiso y generosidad. Como diría Leonard Cohen, workers in song, auténticos trabajadores de la canción.
HRT: ¿Qué te gustaría decir desde HTR para terminar?
BSP: Lo primero quiero agradecerte este rato y esta entrevista porque eres un gran público y una estupenda espectadora. Pero me gustaría cerrar haciendo un llamamiento para que asistamos a conciertos, a escuchar música en directo. Que sepamos que en muchas ocasiones, si queremos que las cosas sigan, hay que pagar por asistir a conciertos y actividades culturales. Hay que apoyar nuestras salas de conciertos. Construyamos entre todos y entre todas.
El silencio se rompe con unos gritos de fondo. España ha marcado un gol. Solo quedan quince minutos de partido. Nosotras nos vamos dando un paseo por el Oviedo Antiguo, hablando sobre cuál será el siguiente concierto al que iremos. Pero también nos prometemos continuar con nuestras conversaciones. Que no nos falten, querida Belén. Gracias.
Si queréis conocer más sobre Belén Suárez Prieto y su «Tiempo delicuescente» con la agenda completa, podéis encontrarla en:
Instagram: eltiempodelicuescente
Facebook: https://www.facebook.com/eltiempodelicuescente
Autora: Patricia Bernardo © 2024. Conversacion mantenida el 5 de julio de 2024.
Foto de portada: Silvia Martín.
2 comentarios
Me encantó!!!! 💓💓💓
Gracias Cris!!!